Quizá esté cansada de estar rota, de ser cicatriz, de rascar en la herida para sentir algo, sentir dolor, sentir que alguna vez estuvo viva más allá de esta anestesia sentimental, de este mutismo selectivo, de este miedo atroz que le paraliza y le consume.
Quizá esté cansada de cerrar los ojos, de apartar la vista, de enmudecer ante esa rabia sorda que inunda su piel, de ser invisible, de perderse entre el abismo de los lastres que lleva consigo desde que tiene uso de razón.
Quizá esté cansada de seguir naufragando en los mismos mares donde una vez abrió sus velas. Quizá sea hora de asumir la derrota, de dejar ir los últimos recuerdos que permanecen anclados a proa y volver a surcar, intrépida, inagotable, escandalosa y radiante, cada horizonte.